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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Conocer el Nevado

Guía. Conoció el nevado cuando era estudiante de la escuela. Sus compañeros le habían contado cómo era. La primera vez lo conoció siendo guía de dos turistas médicos. El no expresó su emoción de conocer el nevado porque debía aparentar que era un experimentado guía. Sus compañeros le dijeron qué hacer y que siguiera a los otros guías y turistas. Se ganó esa vez 20 mil pesos. Esta paga la recuerda como si hubiera recibido mucho dinero.

Señor Herrera. Tenía 12 años y se fue a escondidas siguiendo a su papá que era guía. Su papá no lo llevó porque consideró que era muy pequeño. Solo fue con camisa, pero no le importó el frío porque ahí vio su oportunidad. Tenía tantas ganas de conocer la nieve, que cogió un pedazo de panela que encontró. Se fue detrás del papá con mucho sigilo. El siguió de vista a su papá y luego corría para alcanzarle el rastro. Hasta que llegó a Campanillo Negro y dijo aquí me pierdo, tengo que contarle a mi papá así me pegué. Porque tenía que cruzar un río y había una tablita que podía pisar mal y caer al río. El papá lo regañó pero al final del día no le pegaron. Dijo que esa emoción fue mucha y se puso contento cuando vió la nieve y los turistas le brindaron comida.

Señor Jorge. Fue en el año 1962. Había muchos venados, osos de antejos y cóndores. Dice que hoy solo hay un cóndor. Contó que los animales se acabaron porque en la fiesta de Corpus Cristi, una fiesta católica en la cual se celebra la abundancia de comida, cada palco en esa época tenía unos cuatros venados colgando. En ese momento eso no era un crimen ecológico sino que era normal cazar. La última vez fue hace 20 años, pero dijo que le dio un ataque al corazón y el mal de altura no lo dejó subir al Púlpito del Diablo.

San Mateo

El 9 de diciembre fui a San Mateo con mi papá. Nos fuimos a las 3 de la mañana, llegamos a las 4 de la mañana. Todo el camino mi papá cantó tangos de Oscar Agudelo, hablamos de Petro y de cosas varias. Saludé al tío Flaminio. Ví cómo mi papá reparte aromática y tinto con la gente que le vende la cuajada. Comí dos arepas de trigo fritas que mi papá me hizo pa' desayunar a las 2 de la mañana.

Mi papá le gustan las fotos. Dijo que yo iba hacer un estudio sobre cómo compra cuajada. Mi tío me contó que nació en 1936  y tiene 79 años. Me invitó  a su casa pero no alcanzo a ir y no tengo dinero. También me dijo que tenía tres matas de mariguana y los vecinos lo aventaron con la policía y el ejército. Le recomendé unas hojitas para un remedió para la artritis de mi mamá. También me contó que el hijo menor, Edwin, lo dejó endeudado con el banco, más de 11 millones de pesos. Que fue hoy a reclamar el subsidio de los ancianos. Dijo que cuando fue joven tomó mucho y que los hombres toman mucho y la bebido metió en problemas al hijo, que esta desaparecido hace 5 meses y no se habla con él.

También me contó que él cocina, plancha, lava la ropa, siembra, compra el mercado, ordeña la vaca y cuida de la tía Ramos. Y que es verdad que hace más de tres años no va ha visitar a la prima Rosalba porque el camino se dañó y le duelen mucho las rodillas. Me contó que hizo los 9 de días de aguapanela con mariguana pa' el dolor.

Me encontré con la tía María y me dijo que su hija María fue a visitarla el sábado 5 de diciembre y se volvió a Bogotá el domingo 6 de diciembre. Me dijo que iba a vender unas sapallas. Traía cilantro, sapallas y otras cositas en un canasto y se fue a repartir con sus clientes. Dijo que luego iba a reclamar una medicina al puesto de salud.

El primo Pedro, me dijo que estaba muy acabada, que me veía vieja. Yo me reí.

Mi papá me presentó con todos sus conocidos. La gente es muy amable y bella. Todo el mundo se saluda y se brinda tinto y aromática.

Había un cabrito encima de una buseta y el mercado se ve a punto de desaparecer. Ya casi no salen campesinos con sus productos. Me sorprendió que la gente todavía hace cuajadas y las lleva a vender a los queseros, por lo menos más de unos 100 kilos.

También estaban los puestos de ropa, zapatos, las masateras y las casetas de tinto y empanadas.

Fuimos a desayunar. Mi papá pidió tamal con chocolate y yo un mute con harto cilantro y cebolla picada. Luego pasamos a peluquiarnos. Mi papá me presentó a una señora que le daban a cuidar cuando era bebé y a él no le gustaban así que les pellizcaba el culo para hacerla chillar. La señora se reía y es amiga de mi papá.

Conocí al primor. Una señora que es prima de mi papá y le vende la cuajada hace más de 20 años, es una cliente fiel.

Terminamos la mañana un poco mal, porque el señor del bus me tocó las tetas, y le dije a mi papá que me defendiera y se quedó callado, no inmutó palabra y le pareció normal que ese man me manociara.

San Mateo es el pueblo de mis papás. Mi papá es de la vereda El Vijal y mi mamá es de la vereda Peñuela.


Sierra Nevada de El Cocuy: Día 3

La noche anterior nos bajamos al pueblo porque no soportaríamos otra noche de hielo. Llegamos al Hotel El Nevado. Baño y luego a dormir.

El 7 de diciembre amaneció esplendoroso como los otros días. Desayunamos y nos fuimos para termales a Güican. Almorzamos trucha y tuvimos las piscinas como dos horas solo para nosotrxs. En la mañana nos llevó una señora gratis hasta un punto que se llama la Ye. Desde allí subimos caminando hasta las termales. El viaje fue perfecto. No hay reparos. Todo fue maravilloso. Fue bello. Gracias vida.

En el camino nos encontramos con un niño bello que nos recomendó las piscinas más calientes. Le hicimos caso. No fuimos al pueblo de Güican, pero lo divisamos desde las termales.

Volví a mi pueblo. Esa noche tomé agua de coca, comí una empanada y a dormir.


Sierra Nevada de El Cocuy: Día 2

Desperté a media noche como 2 veces porque las cobijas se escurrieron y el hielo entró sin permiso. Solo el calor de Mariposa Azul me abrigó.

A las 4 y media de la mañana sonó el despertador. Mi amiga se levantó y yo me quedé en la camita con pereza de levantarme. Desayunamos como a las 5 y media de la mañana. No nos bañamos porque perdíamos el calor corporal. El agua allí es preciosa y realmente es como el comercial de agua manantial, es super transparente y se ven las piedras de colores, el sedimento blanco y oscuro, pero su temperatura es helada.

Salimos a las 5:50 de la mañana. Ya había amanecido. Nos fuimos para Sisuma a paso rápido. Nos retrasamos media hora, la idea era salir a las 5 y media. Llegamos a las 7 de la mañana y allí Cristian y Mónica ya habían desmontado carpa y empacado todo su menaje. El guía estaba listo desde las 6 de la mañana. Iniciamos caminata a las 7 y media de la mañana. Subimos pasando cerca de la laguna La Pintada, valle de La Plaza, Los Arenales y Hotelito. Este camino bordea la montaña Campanillo Negro mientras en el fondo se divisaba la nieve de Campanillo Blanco y Pan de Azúcar.

Comimos, bebimos y descansamos. El recorrido fue lento porque nuestros compañeros iban con una carga de más de 20 kilos cada uno, porque iban acampar durante tres días en la laguna de La Sierra y el Valle de Los Frailejones. Jhon fue nuestro guía. Un chico de 25 años, profesor de educación física que se había levantado desde las 5 de la mañana a ayudar a preparar desayunos.

Subimos hasta el Alto de Conejo, luego recorrimos un piedra gigante hasta llegar al borde de Nieve del Púlpito del Diablo. Las fotos esperadas para el facebook y el recuerdo. Regresamos como a las 12 del día y volvimos a nuestro punto de hospedaje a las 5 de la tarde. Volvimos con la misión cumplida y con ganas de seguir caminando al otro día.

Volteé a mirar de vez en cuando porque el camino no te deja perder la vista o sino te caes. Quería capturar con una mirada ese paisaje, esas montañas y rocas grises que alguna vez tuvieron nieve. Su escasez de animalitos recuerda que somos excesivamente malos, pero incluso el pisar nieve causa un daño ambiental al nevado porque lo ayuda a derretir más rápido. El funcionario de parques dijo que se pierde al año un promedio de 25 metros de nieve y se espera que en unos 20 años ya no exista nieve en ningún pico montañoso de esta sierra.

Durante el camino Cristian me enseñó cuatro trucos para viajar. Uno, viajar a países donde el dólar sea una moneda fuerte o la paguen bien al cambiar el dinero. Dos, cambiar dinero en los cajeros electrónicos porque pagan mejor la divisa. Tres, comprar una sim card en cada país donde vas y así se cola en el celular un punto que marque yo estoy aquí, y pueda volver sin miedo a perderme. Y cuarto, usar tarjetas de crédito porque si te roban el dinero es del banco y fácilmente te reponen el dinero porque es al banco al que han robado.





Sierra Nevada del Cocuy: Día 1

Nos fuimos con Ser Alado para la Sierra Nevada del Cocuy el viernes 5 de diciembre de 2015, a las 8:20 de la noche inició el viaje. Nos encontramos en la calle 170 de Bogotá, frente al Éxito. El bus iba con sobre cupo. El bus tiene 32 puestos pero iba como con 40 personas. Algunas papeleras y baldes hicieron de bancos en el pasillo del bus. Nos tocó al lado del baño, un poco incómodo por el olor a orines.

La mayoría de la gente se quedó en San Mateo y Guacamayas, mientras que en El Espino ya quedaba menos de la mitad de puestos ocupados en el bus. El rayo de sol salió en Guacamayas. El día pintó esplendoroso desde su amanecer.

Hacia las cuatro de la mañana pasamos por mi pueblo, La Uvita. Allí mi mamá me recibió con dos arepas de trigo fritas calienticas, y me preguntó como tres veces: ¿Va quedarse en la casa? Le dije que la llamaba porque no tenía ganas de ir, pero mi mamá no aceptaba que fuera al Cocuy y no pasará a quedarme por lo menos un día en la casa.

Llegamos pasadas las 7 de la mañana a El Cocuy, con tan buena suerte que Ser Alado se encontró en la puerta con el señor Mario Sequera, quien nos llevó al precio del lechero al parque del nevado, por solo 10 mil pesos. Esto me alegró mucho porque la idea era buscar transporte económico. Nos ahorramos 115 mil pesos, porque por el expreso de ida y vuelta cuesta160 mil pesos.

Don Mario nos indicó que debíamos ir primero a la oficina de  Seguros del Estado a comprar el seguro por los días que estaríamos en el parque. Allí conocimos a Cristian y Mónica. Con ellos nos fuimos en la buseta de don Mario para el parque. Luego nos registramos en el parque y pagamos. En esta oficina ya quitaron el descuento en la entrada al parque a las personas de La Uvita.

El funcionario de parques indicó rápidamente que debíamos ir con guía, consumir 4 litros de agua y comer alimentos energéticos para evitar el mal de altura. También advirtió no dejar basura en el parque y no coger flora ni fauna. Mencionó que entran en promedio 1.000 personas mensualmente al parque, y que los medios de comunicación le hicieron mala fama apor la muerte de los 12 militares que traían los votos de un resguardo indígena que queda a 2 o 3 días de camino de Güican. Esto ocurrió el día 26 de octubre, después de las elecciones, lo cual ocasionó la disminución del número de visitantes al parque, a por lo menos 700.

También mencionaron que el parque es unos de los más completos del país en cuanto a ecosistemas de páramo. Un turista que se notaba que va cada rato al parque mencionó que para subir a nieve hasta cumbre del Pan de Azúcar hay que levantarse a la 1 de la mañana saliendo de Sisuma (hospedaje dentro del parque).  Esto porque Ser Alado quería trepar sobre nieve, subir a tocar el cielo desde que aquel pico, uno de los más altos del parque, por lo menos más de 5.500 metros sobre el nivel del mar. Realmente a mi me da miedo hacer estas actividades de riesgo. Le tengo miedo a la montaña.

Después de los trámites, unas llamadas para confirmar los almuerzos, cena y hospedaje de ese día con la Familia Herrera. Luego a desayunar unos ricos huevos con pan y aguapanela. De allí salimos a tomar fotos a la maqueta del parque del nevado que está en el parque principal de El Cocuy. Después subimos a una buseta y allí afortunadamente conocimos a un grupo de 11 expedicionarios que iban con ganas de comerse la montaña. Estas mujeres y hombres jóvenes estaban eufóricos y parecían un circo sin programación.

Hacia las 11 de la mañana salimos para el parque, pero antes se dió una vuelta ciclista por las calles de El Cocuy con los futuros escarabajos o aficionados del ciclismo. Volviendo a la buseta de don Mario la algarabía no paraba de todo el  mundo con la emoción de pisar nieve. Una hora y media de recorrido hasta al parque. Llegamos como a las 12 y media al kiosko de la familia Herrera. Almorzamos allí y luego cogimos caminata a Lagunillas para hacer el recorrido de aclimatación y la altura nos acogiera con cariño.

Antes de iniciar la caminata pedimos permiso a la montaña para que nos dejara conocerla. Esto me recordaba mis dos viajes anteriores, el primero, fui a Alto de Cusiri y nos perdimos y no conocí la nieve, el segundo, fuimos al púlpito del diablo y llegué a borde de nieve pero sufrimos mucho porque nos intoxicamos con unas salchichas Zenú, desde allí nunca más volví a comer embutidos enlatados.

Volviendo al camino de Lagunillas, lo iniciamos a las 2 de la tarde. Esta vez pasamos por un camino señalizado con flechas amarillas. Al inicio del camino había muchas flores como margaritas pero sin rama que nacen en el suelo. Me sentí con Alicia en el país de las maravillas. Es muy lindo este piso lleno de flores blancas.

Llegamos al hotel Sisuma como a las 4 de la tarde. Allí nos ayudaron con la logística de un guía joven. En el parque ya no entraba señal de celular así que estuvimos desconectadas del mundo solo apreciando la belleza y exuberancia del Parque Natural Sierra Nevada de El Cocuy.

Volví a ver a Campanillo Negro. Esta es una montaña que impresionó a Mónica. Dijo que la montaña cambiaba de colores y le infundía miedo con su transformación camaleónica. Pasamos por las lagunas La Pintada, La Cuadrada y La Atravesada. Por el camino había varios turistas que acompañaron el viaje. Este recorrido es el de Lagunillas, el cual caminé la primera vez en busca de nieve un día agosto de 1997.

Regresamos como a las 5 de la tarde de las lagunas y nos cogió la noche hasta donde llegan los carros. Desde allí caminamos con la luz de las linternas de los bastones de trekking. Esto me recordó las andanzas a media noche por el monte con mi papá.

La felicidad se sintió todo el tiempo. La noche nos esperó en cuarto de paredes de tabla y costal, ventana con un vidrio roto y cortina de sábana vieja. La camita no se veía nada mal, pero el cuarto era como un engaño si piensas en "Es en casa de familia". No tenía nada de acogedor. Realmente son unos cuartos hechizos que nos arroparon con cariño cuando la temperatura bajó a menos cero grados en la madrugada. Dormí con la ropa que usaría el siguiente día.

Estuve también con estreñimiento no hacía del cuerpo hacía dos día, la barriga se me inflamó y expedía pedos por dónde pasaba. Afortunadamente agua y fruta fueron las reservas alimenticias del viaje, y el té de coca alivió el malestar.