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viernes, 28 de octubre de 2016

Monja

Estaba en la IPS o Institución Prestadora de Salud de Sanitas, haciendo fila para un examen de sangre. Hay una fila para los normales mortales y otra para menores de cinco años, discapacitados, embarazadas y personas mayores de 60 años, aunque en realidad parecía la fila de viejos y viejas.

Una monja estaba en la fila de la población vieja. Se dio cuenta que un viejo se coló en la fila. Inmediatamente reclamó. Pero después otra vieja, dijo refunfuñando: "si eso es de una moja, ¡qué se espera de los demás!" Yo contaminada por la emoción, dije, "toca reclamar si el señor se coló de la fila, porque esta cultura del avispado nos tiene jodidos, por eso tanta corrupción". Un señor y una señora, hicieron eco de mi comentario y dijeron "claro, claro por eso estamos así". Pero después la funcionaria, aclaró que el señor había hecho la fila desde las seis (6) de la mañana.

Después me senté y seguí observando a la monja. Tenía el ruedo de la camisola más salido del vestido. La camisola es una bata de seda o de otra tela que se coloca debajo de los vestidos. Se le acercó a un bebé y le cogió el zapato. Lo balanceó de un lado para otro, mientras le hacía caritas, y le decía "ñe, ñe ña, ña, ño.." y exageraba sus arrugas faciales. Le preguntó a la mamá la edad del bebé. Dijo que ocho meses. La monja se sentó en otra hilera y le seguía haciendo muecas al bebé.

Después miré de frente a la monja y tenía una parte del cuello de su saco levantado. Era rara esta moja. Ellas suelen ser muy cuidadosas con su apariencia personal. Ella llevaba un carriel o cartera café de cuero, gafas y una sandalias. No tenía medias veladas. Era gorda. Se notaba que tenía retención de líquidos porque tenía hinchadas las piernas y los pies. Se desplazaba con un bordón. Estaba sola.

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