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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Centro Internacional

Llega Fabián Yebrail al medio día mientras yo trato de ultimar el almuerzo. Le pido que vayamos a comprar cinta para pegar periódicos en la división de los cuartos. El me trajo varios periódicos. Ya con este material podemos hacer algo. Dice que si me acompaña, si le gasto un roscón. Vamos a la panadería y a la papelería. Nos apropiamos de los espacios que nos ofrece el barrio.

Caminamos y nos asombramos que en la calle este más alta la temperatura que en nuestra residencia. Volvemos. Almorzamos. Luego le pido que me acompañe al Centro Internacional. Busco un cajero automático. Al fin lo encontramos con la ayuda de un celador. Seguimos reconociendo los espacios que nos ofrecen servicios. Es increíble que estemos tan cerca del centro. Solo a tres cuadras.

El cajero o mi tarjeta no responden. Inicia un aguacero torrencial. Llueve de manera demente. En el Tequedama hay pasillos que podemos recorrer sin mojarnos. Nos sentamos un rato a ver llover con la esperanza de que escampe. Miro a las personas pero no me detengo en ninguna.

Le digo a Fabián que sigamos bajo la lluvia. Me lleva la idea. Pasamos la carrera 13. Luego a una cuadra, el aguacero arrecia. Nos paramos a esperar que apacigüe un poco la lluvia. Mientras tanto van y vienen ejecutivas con medias veladas que las hace ver sexis. Parece una pasarela. Los hombres visten trajes de negro y corbata. Las mujeres todas llevan tacones de más de 10 cm. Son preciosas. Algunas piernas se ven atractivas. Casi todas llevan el pelo peinado y super liso.

Miro llover y llueve en forma de equis. En lo alto llueve en diagonal y en lo bajo en dirección contraria. Al rato sigue lloviendo de manera vertical. Se intensifica el aguacero. Nos sentamos con Fabián en el borde de una ventana mientras miro a las ejecutivas y ejecutivos pasar de un edificio a otro. En frente esta un edificio de Cusezar que se llama Museo. Fabián pregunta ¿será que lo terminan? Le respondo que si. Hay mucho dinero invertido allí.

Se forman remolinos de agua en las calles y hay pequeños arroyos en las calles. Las personas saltan o dejan que sus zapatos se ahoguen. Algunos dan pasos agigantados. Las mujeres que llevan valetas o zapatos bajos y pequeños se les mojan. No quiero que mis pies se mojen.

Sigue la lluvia. A pasado una hora. Logro ver la hora el reloj del restaurante a través de la venta donde estamos sentados. Al final nos decidimos a continuar la marcha en medio de la lluvia. Se caen mis llaves mientras paso un semáforo. Las recojo. Me mojo un poco. Llegamos al semáforo de la Cáracas. Una señora se resguarda bajo nuestra sombrilla. Cambia el semáforo y la dejamos bajo la lluvia. Pasamos a prisa. Llegamos a casa y tengo un poco mojados los zapatos y la chaqueta. Sigue lloviendo.

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