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sábado, 26 de noviembre de 2016

Techo

Cuánto quisiera una vivienda caliente con paredes, cocina, grandes ventanales y que estuviera vacía.  Sería genial vivir en un lugar lindo, con pocas cosas, y sin cortinas para que entrará toda la luz natural posible. Así como los espacios austeros y sencillos de las películas de Aki Kaurismaki. Cuánto me gusta la sencillez.

Miro los apartamentos del centro internacional y quisiera tomar ese que dice se arrienda o que alguien me regalará ese que dice se vende. Soñar no cuesta nada. Y esa es la ilusión del ser humano: querer lo que no puede obtener. Esto es parte de los aprendizajes.

De pronto mi cuerpo y mi alma necesita un poco de hielo para motivarse o despertarse. Ya con el paso de los días me acostumbro a que afuera hace calor y aquí hace frío. Ahora uso más seguido la ruana que me regaló mi mamá. Aquí es como en el páramo, si estás quieto pierdes en poco tiempo el calor que conseguiste ejercitando el cuerpo. Así que se enfrían las partes distales del cuerpo. Los dedos de los pies se ponen fríos y es difícil recuperar ese calor, por lo que después de 20 minutos de caminata ya el cuerpo vuelve a calentarse. El frío invita a salir.

Las ratas nos visitan a las cuatro de la mañana. Les gusta el banano, el melón, la harina de trigo y el arroz. Ya hemos establecido algunas estrategias para que no nos visiten más seguido. También comen los restos de la basura.

No quiero que nadie venga a este resiento helado. Me da pena. Ya no quiero hacer verduras salteadas. Apenas limpio el mesón y me miro en la infinidad de espejos que tiene esta casa. Se escuchan las conversaciones de la dueña y su hijo.

Ya sé donde comprar levadura y sacar duplicados de llaves. La panadería ofrece un pan bien rico. Seguimos comprando las verduras y frutas en el San Sebastian. He visto a la señora que recoge cartón, a quien le hicieron una obra de teatro en el León de Greiff.

La policía se la pasa en este barrio. Tengo dos parques a menos de una cuadra y casi nunca salgo a sentarme en sus bancas. Solo paso ligeramente por allí en mi recorrido para inglés.

Los dueños son ahorradores de agua y energía. Ellos casi nunca encienden un bombillo. También recogen en un tanque la agua lluvia y va los tanques de los baños. Pero casi nunca hay agua, así guardamos el agua de la lavadora y la vaciamos en el baños. Somos más amigables con el medio ambiente.

Las plantas las traje. Las iba a dejar porque hicieron un exorcismo en la anterior residencia. Una amiga dijo que esas plantas tenían maleficios. Pero otra amiga me dijo que dejara de ser boba y no creyera en pendejadas, que yo había ido a la universidad y creyendo en brujería, eso era inaudito. Así que las plantas se salvaron de estar en Doña Juana, pero casi no les llega el sol, pero ahí van.

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