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martes, 3 de enero de 2017

Tolima grande

Mientras muchos estaban en navidad me fuí con mi hermana al nevado del Tolima. El año pasado ya habíamos hecho esta hazaña con ella. Sabíamos que los horarios no se cumplirían y que teníamos que llevar un maleta liviana con lo necesario. Salimos de Bogotá con destino al Silencio. Una vereda hasta dónde nos dejaba el carro antes de iniciar el ascenso. Iban con nosotros cerca de 25 personas. Iniciamos una caminata nocturna hasta el Rancho de don Orlando. Don Orlando es la persona que administra el rancho donde alguna vez existió un proyecto turístico pero que luego fue cerrado según él por una cuestión de basuras. La caminata duro poco y acampamos esa noche allí en el rancho. Tenía miedo de que la carpa no funcionará o no la pudieramos armar. Pero al final todo salío bien. Fue la única noche que dormi bien de los tres días de caminata. Al otro día nos despertamos temprano, recogimos la carpa, desayunamos y esperamos a los demás para iniciar el ascenso más largo. Mientras tanto jugué con un perro que había en el rancho. Le lanzaba palos podridos, y en lugar de traérmelos, los mordía y esperaba que le tirará otro. Iniciamos el ascenso como a las 10 de la mañana. Habían tres puntos importantes de la caminata por donde debíamos pasar. Una cascada, una zona llamada lajas y un lugar en el páramo conocido como la cueva. No sufrimos mucho la caminata porque la maleta no era tan pesada y el ritmo de las demás personas era lento. Yo le ayude a T con la maleta en un punto hasta nuestro campamento. Mi hermana ayudo a D y a X. Yo llegue primero que ella al campamento. Cuando ella subió armamos la carpa y hicimos una aguapanela. L el líder, nuestro compañero de campamento dijo que había quedado bien armada. No pretendíamos hacer cumbre como las demás personas porque no teníamos el equipo necesario. No lo alquilamos porque aumentaba nuestros gastos. Y pesaba mucho. No dormí bien ninguna de las noches. Me resbalaba sobre el asilante. Sentía la cabeza muy caliente cuando me la abrigaba. Tenía dificultades para respirar. Esperaba con ansias que amaneciera para salir de la carpa. El clima no era agradable. Salía el sol. Se escondía. Hacia frío, de pronto mucho calor. Había un perro negro durmiendo cerca de nuestra carpa. Deseaba tener el físico de uno de esos perros que nos acompañaron durante la caminata. Eran todos unos andariegos. Viven de los que les dan los caminantes. Don Orlando no los quiere por que se cagan en el rancho y les cae mal. Quiere envenenarlos a todos con paratión o ahorcarlos. Regresamos un lunes en la mañana del nevado. Salimos temprano y llegamos antes de medio día al rancho. Estuvimos con D en aguas termales. Estuvimos allí esperando en el rancho a que los demás caminantes descendieran. LLegaron en la noche. No llegaron todos. Los que llegaron estuvieron en termales y luego fuímos hacia el silencio con ellos donde nos esperaba el carro. Estabamos felices porque estábamos vivos. Pero la felicidad duró hasta que nos enteramos que habían robado cosas que había dejado en el carro. Llegaron los demás caminantes. El bus partió hacia Bogotá con lss personas que había. Todos durmieron hasta la cuidad. Luego despertaron y se fueron bajando cuando el bus fue atravesando la ciudad.

por F

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