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sábado, 25 de marzo de 2017

Laboratorio de la máscara neutra

Hoy hicimos los ejercicios. Pero dudé con los de pasar de manos y de pies. Dudo y pa ca te que me caigo o hago caer al compañero. Menos mal Pocho es un experto con el manejo del cuerpo.

Después hicimos los elementos y materias que habíamos observado: tierra, ácido nítrico, aire y tela cariñosito. Jualiana y yo hicimos tierra. Luego, ácido nítrico, Alejandro. Leyda y Leo hicieron aire, y Claudia, ácido nítrico y tela cariñosito. Pero antes, Leo hizo "El viaje". Es un ejercicio de 20 pasos. Sus manos fueron hermosas cuando tocó el árbol. Tuvo unos gestos suaves y delicados. Alejandro se veía como un ácido que se comía o exterminaba el cobre. Es impresionante el estado de máscara neutra. Se logran y se ven cosas increíbles.  Se vio el ácido en la botella y cómo las burbujas espumantes creaban otra materia.

Hice tierra. Fue muy doloroso. Me sentí acabada. Fulminada. Se hace pedazos el alma. Al comienzo la sensación de estar enterrado es horrible. Quedas sin aire. Luego se funde con la tierra.  Tiembla la tierra.

Empecé a moverme como el cuerpo iba diciendo. Me arrastré, me encaramaba asimisma. El maestro dijo "stop". Me quitaron la máscara rápido y empezó todo. Inmediatamente pidió texto. Me equivoqué y dudé con el texto. Corté el texto y algunas líneas se me saltaron por más que repetí ese texto toda la semana. Pero la sensación era tan fuerte que al final de la primera pasada de texto me desboroné como una montaña que se derrumba. Luego pasé el texto como tres veces y el maestro me seguía pidiendo texto y la sensación iba en crescendo. Después el texto fluyó solo. Mi compañera, Juliana, era una tierra que casi no sentía pero cuando nos pidieron que nos juntáramos para caminar nos apoyamos (fuerza de la sensación). Se me salieron los mocos y las lágrimas rodaban sin parar tal y como dice el texto: "....un abismo para lanzarme allí y morir consumida por las lágrimas....". Es un texto de una madre que fue reina y pierde todo, sus hijos, hijas, hasta su dignidad y queda muerta en vida. ¡Es terrible! Fueron más de 15 minutos de dolor absurdo. Casi no me pasa el dolor del pecho. Según los compañeros sintieron una maternidad desgarrada, vuelta mierda, ya ni los dioses la escuchan. Es Hécuba, de Las Troyanas de Eurípides.

El texto es... pero advierto, una cosa es leerlo y otra, sentirlo al ser tierra. Así que aquí va:

Hécuba:  En tierra debo yacer, víctima de estos males. ¡Oh, dioses!; bien sé que no me favorecen, pero debemos no obstante, invocarlos cuando la adversidad se ensaña con alguno de los nuestros. Agrádame recordar de los bienes que he disfrutado, y así será mejor la lástima que exciten mis males presentes. Fui reina y me casé en real palacio, y en él di a luz nobilísimos hijos que sucumbieron al empuje de la lanza griega, y yo los vi muertos y corté sus cabellos para depositarlos en sus tumbas. Las vírgenes fueron para el deleite de mis enemigos, las arrancaron de mis brazos y no abrigo la más remota esperanza de volver a verlas. Y el último, mi mal más grave, es que vaya yo a Grecia, esclava y anciana, sufriendo intolerables trabajos. ¿Para qué ponerme de pie? ¿Cuál es mi esperanza? Guíen mis pasos hacia un precipito para lanzarme en él y morir allí consumida por las lágrimas. No crean nunca que los opulentos son dichosos hasta no llegar su última hora.

No soy madre, pero en este texto, me atrevo a decir, sentí un dolor horrible cuando pierdes a alguien que pariste. Y lo pierdes de la peor manera: asesinado y violado. Y tu quedas ultrajada. Hecha pedazos es poquito. Creo que quedas enterrada, hecha tierra.







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