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viernes, 2 de junio de 2017

Mix

Hoy se me ha quemado la cebolla, el ajo y, luego, la carne. Hoy es el día de la comida quemada. No me había pasado eso hace rato. Debe ser que algo requiere quemarse, purificarse, redimirse o salvarse.

Fabian me trajo un libro alucinante. No sé si solo lea unas veinte páginas y él se lo lleve sin haberlo saboreado. Es sobre el aborto. Es de Kathy Acker. La solapa dice que es pos-punk. No entiendo esos términos, pero he sentido que es ácido y radical. Muy estimulante. Supongo que él ha hecho esto porque estoy leyendo El Quijote y no he avanzado mucho. Aquí va un pedacito.

"Don quijote que fue un sueño"

-Por mi parte -confesó la recepcionista-, también he vivido mi locura. Me negué a ser el tipo de mujer que supuestamente debía ser. Recorrí el mundo entero en busca de problemas. Me prostituí, probé algunas drogas (nada duro), expuse los genitales a desconocidos mientras les vaciaba los bolsillos, monté escándalos, mentí a los únicos hombres que amaba, les dije la verdad a los que no amaba, o sea que no podría amarlos nunca, follé con un hombre tras otro asegurándole a cada uno que no le era fiel a ninguno más, timé a los hombres porque, timándome a mí, ellos me habían enseñado cómo se hace. En resumen, era una zorra.

Después de subir con Kathy Acker, bajo con un poema de Idea Vilariño.

Quiero Morir

Quiero morir. No quiero oír ya más campanas.
La noche se deshace, el silencio se agrieta.
Si ahora un coro sombrío en un bajo imposible,
si un órgano imposible descendiera hasta donde.

Quiero morir, y entonces me grita estás muriendo,
quiero cerrar los ojos porque estoy tan cansada.
Si no hay una mirada ni un don que me sostengan,
si se vuelven, si toman, qué espero de la noche.

Quiero morir ahora que se hielan las flores,
que en vano se fatigan las calladas estrellas,
que el reloj detenido no atormenta el silencio.

Quiero morir. No muero.

No me muero. Tal vez
tantos, tantos derrumbes, tantas muertes, tal vez,
tanto olvido, rechazos,
tantos dioses que huyeron con palabras queridas
no me dejan morir definitivamente.

Me la he pasado viendo Torres en la cocina de televisión española. He visto Página dos. Y aquí una feminista intelectualoide: Siri Hustvedt. Escribió un libro con un título muy sugerente: La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres. Son ensayos sobre conferencias que ha dado sobre neurociencia, arte y psicoanálisis.

Y, de teatro, la he cagado hasta el fondo. Mi boca debería cerrarse. Mi imprudencia y ganas de hacer sentir como un culo a los demás se mostró con esplendor. Me burlé del maestro con mi prepotencia diciendo quién debe pasar y qué deben hacer. Menos mal él me puso a raya. Además alguien preguntó cómo habían estado las sesiones pasadas y sin pensar dije: "como siempre". El maestro y la maestra bajaron la cabeza con la sensación de que es "aburrido" el taller.

No he hecho las observaciones. Elegí el aceite de oliva, la pasta ramel y el jugo de naranja pero ellos han cambiado las materias por perfume fino y crema número cuatro. No he conseguido el perfume. No comprare un perfume para hacer un ejercicio. Y no he ido a la farmacia por la crema número cuatro. Y, por último, casi mato a una compañera en un ejercicio por desconfianza porque le sigo temiendo a la pasada de manos. Hasta mi hermano le da miedo hacer ese ejercicio conmigo. Quedan cuatro sesiones que desperdiciaré con mi desgano.

Scarface. Es una película sobre los gánsters en Chicago, durante los años veinte. Es de Howard Hawks y fue realizada en 1932. Planos generales y americanos de siluetas masculinas vestidas de sastre con sombreros de felpa. Los espacios son dormitorios, restaurantes, coches y noches de neblina. Camonte protege a Lovo. Camonte quita del camino a los que estorban a su jefe, pero logra arrebatarle el poder, la esposa y los negocios en el cartel de alcohol. Por aquellos días, se vivía la depresión del 29 en Estados Unidos y se prohibió el alcohol convirtiéndolo en un negocio fructífero para las mafias, entre ellas, la italiana. Camonte es analfabeta y su secretario no entiende los nombres de las personas que llaman a su jefe. Cada uno muere cuando el uno, logra leer y, el otro, escuchar el nombre de quien llama. "El mundo es tuyo".

Festival de Cannes. He logrado ver algunos cortometrajes en internet, por la plataforma Festival Scope. Vi Makala. Me cautivó la fotografía de una estética preciosista que contrasta con una historia triste. Un joven corta un árbol gigante. Su familia es muy pobre y una de las hijas esta enferma. Vive en el Congo, África. Viaja más de 50 kilómetros a pie con una carga de carbón en su bicicleta vieja y destartalada. La vida es demasiado dura, requiere mucho esfuerzo y trabajo.  Al final la única forma de soportarlo es con la religión. Los sueños no se cumplen y el destino es una trampa para los pobres.

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