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martes, 3 de abril de 2018

Proyecto Florida

Hoy, 3 de abril de 2018, amanecí aburrida por pensamientos bobos. Eso me pasa por enamorarme de imposibles. ¡Ya!, de una vez, es mejor dejarlo claro: ¡seré soltera toda la vida! y los amores románticos solo existen en mi cabeza. Antes del medio día decidí satisfacer mis banalidades y grandes amores: el cine. Aquella pantalla mágica que me saca del mundo y de mis boberías. Lo primero que se me vino a la cabeza fue Proyecto Florida.

A estos sentimientos tormentosos se sumaba un dolor que anunciaba la llegada de la menstruación. Mi cuerpo expulsa cada mes con dolor esa sangre que no dará vida. Revisé la cartelera en Cine Colombia, Cinemark, Cinemateca Distrital, Cinepolis y Cinemanía. ¡Oh sorpresa!, solo pasaban Proyecto Florida en Cinemanía y Cinepolis. Decidí en Cinemanía. Me quedaba cerca pero el horario trunca la jornada laboral. Ni modos, estaba mal y necesitaba reanimarme complaciéndome con algo que me gusta.

Veo cine según la apreciación y crítica cinematográfica. Proyecto Florida había estado en el FICCI y había sido promocionado como una joya en varios programas Días de Cine de RTVE. Del director me gustó su apellido, Baker, igual al apellido de una cantante lesbiana que también es estadounidense. Esas coincidencias llevan a regalos de la vida. Es mejor no dudar y confiar siguiendo el instinto.

Es una belleza todo lo que sucedió para que viera esta película. Una belleza que pensamientos tontos me hayan llevado a ella. Una belleza no sentir dolor menstrual mientras la vi. Una belleza montarme en un bus y llegar sola a casa pensando que todo es una película. Pensando que solo debería ganar dinero para ver muchas películas. Ojalá todos los días.

Salí pasadas las 5:20 pm. Llegué al cine a las 5:29 p.m. Había una señora. La cajera estaba atendiendo el teléfono y no le interesaba atender a dos viejas. La señora que estaba delante mío la llama y le pregunta que si ya empezó Proyecto Florida o está en cortos. La cajera responde que son solo tres minutos de cortos. ¡Imposible! No hay vuelta atrás. No lo dudamos y decidimos entrar perdiendo 12 minutos de la película. Otra señora llega y me roba el turno y dice que entra a Proyecto Florida porque es esa y ya no la presentan en Cine Colombia. Entramos afanadas y la pantalla gigante ya estaba llena de vida. Y solo cuatro viejas en la sala. Amo las salas vacías. Es como si las películas solo fueran para mi.

Proyecto Florida es una película estadounidense de Sean Beaker, estrenada en 2017. Su cartel es precioso. La protagonista es Moonee. Es una niña. Desde ella se narra la película. Moonee vive con Halley, su madre, en el Magic Castle Motel, el cual es de baja reputación o pobre en Florida, ubicado al respaldo del mundo de Disney. El administrador del Hotel es Bobby Hicks, interpretado por Williem Dafoe. Quien fue nominado a mejor actor de reparto en los premios Oscar, BAFTA y Globo de Oro.

Es verano y Moonee comparte estos días de humedad y calor con Scooty y Jancey. Halley es una madre joven que no tiene ingresos fijos o un trabajo que le permita vivir con Moonee tranquilamente. Cada día se inventa así mismo. Moonee a los seis años ya sabe que si quiere helado pide el cambio a los clientes de una heladería. Si quiere pan, galletas y torta va un carro de una iglesia cristiana que hace caridad o donaciones a los pobres. Si quiere wafles va al restaurante de la amiga de Halley. Es una niña muy traviesa. Hace muchas pilatunas. Aprendió de su madre la rebeldía y a no dejarse maltratar de nadie, ni de la miseria.

Es difícil llegar al final de la semana con el dinero de la renta. Se venden perfumes, el cuerpo, se pide un préstamo o se acude a Bobby. La música rap, la cerveza, los cigarrillos, las peleas, la solidaridad y el amor es lo que hay por montón. Moonee confía en si misma. Cuando va a buscar a su amiga Jancey le dice a la madre que ella sabe que van a jugar y no responde qué tipo juego jugarán, sino que confié en ella. El color de los moteles es delirante, un purpura y amarillo contrasta con un mundo de sueños e ilusiones. La vida se disfruta con lluvia, calor y humedad. Por ejemplo, Scooty y Moonee se ubican en la recepción para que el helado no se les derrita tan rápido. Se puede practicar un beso mientras se chupa un helado. Cada día trae una bella sorpresa con cuidadores que están pendientes de estas pequeñas y pequeño.

Moonee dice que el árbol que más le gusta es el que está caído porque sigue creciendo y me mató con el final, cuando le dice a su amiga que será la última vez que la verá y no sabe despedirse de ella. Me soltó un chorro de lágrimas esta escena. Se cierra con un maravilloso personaje que nos enseña que cada día trae momentos divinos así sean pequeños, que la vida te da bellos regalos y nunca te deja sola.


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